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lunes, 2 de abril de 2012

libertad de decisión

No soy una gran lectora de novelas. Es verdad que puedo devorar dos en un mes pero también puedo leer a fuego lento otra o estar un tiempo sin leer ninguna. No sigo un ritmo equilibrado. Intercalo otro tipo de libros de no ficción o profesionales, leo mucho mientras navego, curioseo, y he dejado más de una lectura en stand by indefinido. Abandonar una lectura que empiezas con ilusión me sigue resultando duro. Entonces, me acuerdo de un libro que leí, allá por 1993, Como una novela, un ensayo original y provocador de Daniel Pennac, que nos recuerda nuestro derecho a ser sinceramente libres frente a un libro. Quizá es la única manera de seguir leyendo siempre, de amar la lectura.

portada de Como una novela, AnagramaLos derechos imprescriptibles del lector
Comme un roman/ Daniel Pennac.- Paris, 1992
(Como una novela, traducción de Joaquín Jordá)

  • El derecho a no leer
  • El derecho a saltarse las páginas
  • El derecho a no terminar un libro
  • El derecho a releer
  • El derecho a leer cualquier cosa
  • El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual)
  • El derecho a leer en cualquier lugar
  • El derecho a hojear
  • El derecho a leer en voz alta
  • El derecho a callarnos

Y yo añado al decálogo...
  • El derecho a subrayar, anotar y doblar las esquinas de las hojas


Porque a mí, desde luego, me facilita la labor de los derechos 4 y 8, a los que me acojo a menudo. Y porque eso indica que el libro es más tuyo si cabe y significa, en cierta manera, que si tú lo marcas es porque él te ha marcado a ti. Es un acto de admiración.

En el libro Como una novela, tengo doblada la esquina inferior de una sola página. Me gustó especialmente cuando Pennac escribe: "Cada lectura es un acto de resistencia", resistencia a todo tipo de contingencias personales, profesionales, culturales... "Una lectura bien llevada salva de todo, incluido de uno mismo".