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sábado, 11 de mayo de 2013

De Lovemarks, la empatía, post-it, piruletas y otras historias



En 2005 compré un libro de esos que disfrutas de la primera a la última página. En apariencia, un libro de publicidad escrito por uno de los grandes, Kevin Roberts (Saatchi & Saatchi). Y digo en apariencia porque era, y es -resiste al paso de los años como todos los buenos libros- mucho más que un libro de experiencia profesional. Lovemarks es un tratado del amor que va más allá de las marcas y la empresa. Un tratado para aplicar a la vida.
Y siendo idealista como soy, lo primero que me llamó la atención fue el texto de la contraportada:

"El idealismo del Amor es el nuevo realismo de la empresa. Forjando Respeto e inspirando Amor, la empresa puede cambiar el mundo".

Lovemarks/ Kevin Roberts, 2004

Me sentí tan identificada... Creía y creo en que los valores que tienen las personas son los que hacen que una empresa o institución sea diferente y esté comprometida con la sociedad. Son las personas con valores las que mueven el mundo. Sí, tendré una visión utópica. Pero es que la utopía es el primer paso para avanzar, partir de la situación ideal y por el camino ir consiguiendo cambios. Sin una visión utópica no llegaríamos a ningún sitio mejor.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Entre cuarentona o cuadragenaria... elijo cuarentañera

Desde algo antes de cumplir los cuarenta -nunca se entienden bien las cosas hasta que lo experimentas- empecé a darme cuenta de que si hablamos de veinteañeros y treintañeros, lo lógico sería decir cuarentañeros, cincuentañeros, etc. Esto no tiene que ver -desde luego en mi caso- con la búsqueda de la eterna juventud, sino con la coherencia lingüística y con la no discriminación por la edad.

En el diccionario de la RAE, que refleja el uso común que hacemos de la lengua, encontrabas efectivamente veinteañero-a, treintañero-a y, a partir de aquí, se daba el salto a cuarentón-na, cincuentón-na, sesentón-na y hasta noventón-na y, en vez de cientón, quintañón (viene de quintal, aludiendo a las cien libras de que se compone, pero está en desuso), que hoy sería centenario-a. También existe, y también está en desuso, treintón-na, quizá porque jugaba el papel que ahora tiene cuarentón-na.

Cuál fue mi sorpresa cuando al consultar hace unos meses la versión online del Diccionario, encontré cambios. Aparece el cartelito en rojo que nos avisa de "artículo enmendado", en treintón, que indica que se usa en sentido despectivo, y nos remite al uso de treintañero.

treintón, na.

1. adj. coloq. treintañero. U. t. c. s. U. m. en sent. despect.

Al ver esto, deduje que con cuarentón lo lógico sería haber hecho el mismo planteamiento. Impaciente lo busqué:

martes, 10 de julio de 2012

Certificado de Desoxidación mental con mi Cuaderno Blackie



mi Cuaderno en la estantería junto con mi gato chino de la fortunaQué mejor regalo para una amante de los cuadernos que el Cuaderno de Blackie Books: "Ejercicios, pasatiempos y otros quehaceres más o menos eruditos para la reforestación cultural y la desoxidación mental de nuestro país". Me llegó por mi cumpleaños y es lo más. Tanto para los fans de los pasatiempos como para quienes quieren ejercitar la mente con temáticas y actividades con punto friki como para los amantes de la ilustración o incluso para nostálgicos!

Cuando éramos pequeños nos compraban aquellos cuadernos de verano (Vacaciones Santillana o Vacaciones SM) con todo tipo de ejercicios de lengua, matemáticas... Digamos que este nuevo Cuaderno les hace un guiño y nos da la oportunidad de seguir teniendo nuestro cuaderno de actividades para adultos. Para este verano o siempre que queramos desconectar de internet, pararnos a pensar y darle un entretenimiento diferente a la cabeza con temas de hoy: música, cine, ciencia, literatura, España... pero también deporte, nostalgia y hasta corazón! Un libro para vivirlo y para reirlo.

Entre los puntos friki, al final, si hemos cumplido las reglas del juego -normas de uso del Cuaderno-, conseguimos nuestro certificado de desoxidación. Y no es lo único que se puede conseguir. Pero no lo voy a contar todo!

Así es Cuaderno por dentro. Solo hojearlo divierte:



Este despliegue de actividades y contenidos ingeniosos es un proyecto de Comité Blackie Books. Cuaderno está escrito por Daniel López Valle. Las ilustraciones son de Cristóbal Fortúnez. En la conceptualización y el desarrollo, junto a estos dos autores, han participado además Jan Martí, Sergio Ibañez y Sirag Nabih. Y el diseño y maquetación, que también me encanta, es de setanta.es. Mirando en su web, descubro que son los autores del diseño de una de mis portadas favoritas, la de la divertida novela Signatura 400 de Sophy Divry, también editada por Blackie Books.

Me viene muy bien esta coincidencia. Así termino con unas palabras de la "loca" bibliotecaria protagonista de Signatura 400. "Cuando leo soy capaz de olvidarme de todo, a veces ni siquiera oigo el teléfono. Tampoco es que el teléfono suene mucho en mi casa, solo llama mi madre, una vez a la semana, pero bueno, si un libro me tiene enganchada de verdad, es que ni lo oigo. Es una sensación deliciosa, muy estimulante, aunque requiere un mínimo esfuerzo. Esfuerzo intelectual, se entiende".

domingo, 27 de mayo de 2012

Escalando el segundo ochomil con Maslow y las redes sociales

Ayer me dio por pensar en la pirámide de necesidades de Maslow. No hace falta ser analista para saber que muchos españoles hemos retrocedido en nuestra escalada hacia el "ochomil" de la autorrealización, y que ahora estamos de nuevo en el nivel 2, en busca de la seguridad, el empleo, los recursos económicos, preocupados por la sanidad y la formación...

Creo que todos cuando descubrimos la pirámide de Maslow empatizamos con ella porque es fácil de entender y te ayuda a identificar en qué punto existencial estás. Cuando, en época de estudiante, la descubrí, me situé entre el segundo escalón (necesidad de seguridad) y el tercero (necesidad de pertenencia). Con el paso de los años, llegué al cuarto (necesidad de estima) y rocé el quinto nivel. Me sentí autorrealizada. Y sí, surgió esa pregunta de ¿y ahora qué? Lo que no podía imaginar es que la respuesta iba a ser volver a empezar desde el segundo escalón. ¡Repetimos!

Pero si me acordé de Abraham Maslow es porque me dio por pensar si a nadie se le habría ocurrido hacer su jerarquía de necesidades aplicada a las redes sociales. Buscando en google, encontramos la pirámide en todos los idiomas y aplicada a diferentes campos y tendencias, incluidas las redes sociales.